Vamos a leer Hechos 1 y 2

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Domingo - 10H00 Servicio de Adoracion | Jueves 16H00 Club de Niños

by: Blake Bowen

10/16/2024

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Leamos Hechos 1 y 2 para prepararnos para el sermón de este domingo.


Haz Clic para ver todo del texto: https://www.bible.com/bible/103/ACT.1.NBLA


Hechos 1

1En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido. 3A estos también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios.

4Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; 5porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados conel Espíritu Santo dentro de pocos días».

La ascensión

6Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». 7Jesús les contestó: «No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; 8pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».

9Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. 10Mientras Jesús ascendía, estando ellos mirando fijamente al cielo, se les presentaron dos hombres en vestiduras blancas, 11que les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo».

En el aposento alto

12Entonces los discípulos regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. 14Todos estos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con Sus hermanos.

La suerte de Judas y la elección de Matías

15Por este tiempo, un grupo como de ciento veinte personas estaba reunido allí, y Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, y dijo: 16«Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas, el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús.

17»Porque Judas era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio». 18Este, pues, con el precio de su terrible infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19Esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua Acéldama, es decir, campo de sangre.

20«Pues en el libro de los Salmos está escrito:

“Que sea hecha desierta su morada,

Y no haya quien habite en ella”;

Y:

“Que otro tome su cargo”.

21Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros Jesús fue recibido arriba al cielo, uno sea constituido testigo con nosotros de Su resurrección».

23Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, al que también llamaban Justo, y a Matías. 24Después de orar, dijeron: «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido 25para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía». 26Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles.



Hechos 2

La venida del Espíritu Santo

1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar, 2y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. 3Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. 4Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.

5Había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. 6Al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.

7Estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: «Miren, ¿no son galileos todos estos que están hablando? 8¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, del Ponto y de Asia, 10de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestros propios idiomas de las maravillas de Dios».

12Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: «¿Qué quiere decir esto?». 13Pero otros se burlaban y decían: «Están borrachos».

Primer sermón de Pedro

14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once apóstoles, alzó la voz y les declaró: «Hombres de Judea y todos los que viven en Jerusalén, sea esto de su conocimiento y presten atención a mis palabras. 15Porque estos no están borrachos como ustedes suponen, pues apenas es la hora tercera; 16sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17“Y sucederá en los últimos días”, dice Dios,

“Que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne;

Y sus hijos y sus hijas profetizarán,

Sus jóvenes verán visiones,

Y sus ancianos soñarán sueños;

18Y aun sobre Mis siervos y sobre Mis siervas

Derramaré de Mi Espíritu en esos días,

Y profetizarán.

19-”Y mostraré prodigios arriba en el cielo

Y señales abajo en la tierra:

Sangre, fuego y columna de humo.

20-”El sol se convertirá en tinieblas

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día grande y glorioso del Señor.

21-”Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.

22»Hombres de Israel, escuchen estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de ustedes a través de Él, tal como ustedes mismos saben. 23Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos y lo mataron. 24Pero Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella. 25Porque David dice de Él:

“Veía siempre al Señor en mi presencia;

Pues está a mi diestra para que yo no sea sacudido.

26-”Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se regocijó;

Y aun hasta mi carne descansará en esperanza;

27Pues Tú no abandonarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que Tu Santo vea corrupción.

28-”Me has hecho conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con Tu presencia”.

29»Hermanos, del patriarca David les puedo decir con franqueza que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le había jurado sentar a uno de sus descendientes en su trono, 31miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades, ni Su carne sufrió corrupción.

32»A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice:

“Dijo el Señor a mi Señor:

‘Siéntate a Mi diestra,

35Hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies’ ”.

36Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo».

Efectos del sermón de Pedro

37Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos, ¿qué haremos?». 38Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. 39Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame».

40Y Pedro, con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: «Sean salvos de esta perversa generación». 41Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas. 42Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.

Comunión de los creyentes

43Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales se hacían por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; 45vendían sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. 46Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.

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Leamos Hechos 1 y 2 para prepararnos para el sermón de este domingo.


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Hechos 1

1En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido. 3A estos también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios.

4Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; 5porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados conel Espíritu Santo dentro de pocos días».

La ascensión

6Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». 7Jesús les contestó: «No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; 8pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».

9Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. 10Mientras Jesús ascendía, estando ellos mirando fijamente al cielo, se les presentaron dos hombres en vestiduras blancas, 11que les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo».

En el aposento alto

12Entonces los discípulos regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. 14Todos estos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con Sus hermanos.

La suerte de Judas y la elección de Matías

15Por este tiempo, un grupo como de ciento veinte personas estaba reunido allí, y Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, y dijo: 16«Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas, el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús.

17»Porque Judas era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio». 18Este, pues, con el precio de su terrible infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19Esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua Acéldama, es decir, campo de sangre.

20«Pues en el libro de los Salmos está escrito:

“Que sea hecha desierta su morada,

Y no haya quien habite en ella”;

Y:

“Que otro tome su cargo”.

21Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros Jesús fue recibido arriba al cielo, uno sea constituido testigo con nosotros de Su resurrección».

23Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, al que también llamaban Justo, y a Matías. 24Después de orar, dijeron: «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido 25para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía». 26Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles.



Hechos 2

La venida del Espíritu Santo

1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar, 2y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. 3Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. 4Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.

5Había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. 6Al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.

7Estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: «Miren, ¿no son galileos todos estos que están hablando? 8¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, del Ponto y de Asia, 10de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestros propios idiomas de las maravillas de Dios».

12Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: «¿Qué quiere decir esto?». 13Pero otros se burlaban y decían: «Están borrachos».

Primer sermón de Pedro

14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once apóstoles, alzó la voz y les declaró: «Hombres de Judea y todos los que viven en Jerusalén, sea esto de su conocimiento y presten atención a mis palabras. 15Porque estos no están borrachos como ustedes suponen, pues apenas es la hora tercera; 16sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17“Y sucederá en los últimos días”, dice Dios,

“Que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne;

Y sus hijos y sus hijas profetizarán,

Sus jóvenes verán visiones,

Y sus ancianos soñarán sueños;

18Y aun sobre Mis siervos y sobre Mis siervas

Derramaré de Mi Espíritu en esos días,

Y profetizarán.

19-”Y mostraré prodigios arriba en el cielo

Y señales abajo en la tierra:

Sangre, fuego y columna de humo.

20-”El sol se convertirá en tinieblas

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día grande y glorioso del Señor.

21-”Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.

22»Hombres de Israel, escuchen estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de ustedes a través de Él, tal como ustedes mismos saben. 23Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos y lo mataron. 24Pero Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella. 25Porque David dice de Él:

“Veía siempre al Señor en mi presencia;

Pues está a mi diestra para que yo no sea sacudido.

26-”Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se regocijó;

Y aun hasta mi carne descansará en esperanza;

27Pues Tú no abandonarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que Tu Santo vea corrupción.

28-”Me has hecho conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con Tu presencia”.

29»Hermanos, del patriarca David les puedo decir con franqueza que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le había jurado sentar a uno de sus descendientes en su trono, 31miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades, ni Su carne sufrió corrupción.

32»A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice:

“Dijo el Señor a mi Señor:

‘Siéntate a Mi diestra,

35Hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies’ ”.

36Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo».

Efectos del sermón de Pedro

37Al oír esto, conmovidos profundamente, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos, ¿qué haremos?». 38Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. 39Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame».

40Y Pedro, con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: «Sean salvos de esta perversa generación». 41Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas. 42Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.

Comunión de los creyentes

43Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales se hacían por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; 45vendían sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. 46Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.

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