Amar a Dios: Respetándolo (Hch 8: 8 - 25)

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Domingo - 10H00 Servicio de Adoracion | Jueves 16H00 Club de Niños

Dec. 01, 2024

TEXTO DE HOY:

Hechos 8: 9-25

Simón el mago

9 Hacía tiempo que cierto hombre llamado Simón, estaba ejerciendo la magia en la ciudad y asombrando a la gente de Samaria, pretendiendo ser un gran personaje; 10 y todos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención, y decían: «Este es el que se llama el Gran Poder de Dios».


11 Le prestaban atención porque por mucho tiempo los había asombrado con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba las buenas nuevas[e] del reino de Dios y el nombre de Cristo Jesús, se bautizaban, tanto hombres como mujeres. 13 Y aun Simón mismo creyó; y después de bautizarse, continuó con Felipe, y estaba atónito al ver las señales y los grandes milagros que se hacían.


Pedro y Juan en Samaria

14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, 15 quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque todavía no había descendido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.


18 Cuando Simón vio que el Espíritu se daba por la imposición de las manos de los apóstoles, les ofreció dinero, 19 y les dijo: «Denme también a mí esta autoridad, de manera que todo aquel sobre quien ponga mis manos reciba el Espíritu Santo».


20 Entonces Pedro le contestó: «Que tu plata perezca[f] contigo, porque pensaste que podías obtener el don de Dios con dinero. 21 No tienes parte ni suerte en este asunto[g], porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Por tanto, arrepiéntete de esta tu maldad, y ruega al Señor que si es posible se te perdone el intento de tu corazón. 23 Porque veo que estás en hiel de amargura y en cadena[h] de iniquidad».


24 Pero Simón respondió: «Rueguen ustedes al Señor por mí, para que no me sobrevenga nada de lo que han dicho».


25 Y ellos, después de haber testificado solemnemente y hablado la palabra del Señor, iniciaron el regreso a Jerusalén anunciando el evangelio en muchas aldeas de los samaritanos.